Dr. Hugo Romero inauguró Congreso Nacional e Internacional de Geografía

Dr. Hugo Romero inauguró Congreso Nacional-Internacional de Geografía

Inauguramos acá, en la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la Universidad de Concepción el XXXIX Congreso Nacional y XXIV Congreso Internacional de la Sociedad Chilena de Ciencias Geográficas. Estos casi cuarenta años de realización de este evento, que reúne a los investigadores de Chile y el extranjero para dialogar en torno a los problemas que enfrenta esta disciplina, son un fiel testimonio de las vicisitudes que han enfrentado y las esperanzas que han puesto en su realización quienes nos han precedido en su organización.

Esta es la tercera vez que se realiza este evento en esta casa de estudios. La primera fue en 1977, cuando el país se veía sumido en una atmósfera de temor e incertidumbre y las universidades se encontraban intervenidas por autoridades militares. La comunidad geográfica nacional, dolida por el exilio, despido de las aulas y aún desaparecimiento de algunos de sus miembros, intentaba rearmarse para brindar el cobijo y acompañamiento a todos quienes vivían momentos de zozobra. Fue entonces cuando el Profesor Hilario Hernández convocó a los geógrafos a reflexionar sobre lo pasado y a proyectar el futuro. Su acostumbrado valor fue reprimido con el despido de la Universidad de Concepción y la obligada continuación de su fructífera tarea formativa e investigativa en la Universidad Austral de Chile que tuvo la generosidad suficiente para reconocer sus méritos y sobrepasar la injusticia y arbitrariedad cometida. Con posterioridad volvió a su querida Concepción, primero como Profesor y luego como Rector por dos períodos sucesivos de la Universidad de Biobío. Es bueno aprovechar nuestra presencia en estas aulas para rendir un emotivo homenaje a este académico, que con su dilatada labor docente y directiva demostró a cabalidad su entereza y vocación de servicio público.

También parece ser provechoso representar en el Prof. Hernández el recuerdo de muchos otros académicos que han contribuido y contribuyeron a la continuidad de la institución, con su entusiasmo y cooperación en todas las tareas para las que fueron requeridos. Varios de ellos nos han dejado los años recientes y otros jubilaron como justo reconocimiento a sus años de dedicación al quehacer universitario. El mejor homenaje que podemos ofrecerle es la vigencia y vigorosidad de la institución que contribuyeron a forjar.

Más de ciento cincuenta trabajos que se van a presentar en esta ocasión señalan no solo la fortaleza de la geografía en Chile sino que también la renovación de sus exponentes, que constituyen un grupo de jóvenes investigadores que se integran más recientemente a las universidades como docentes o que realizan sus estudios de doctorado y maestría en las diversas instancias de que se dispone en la actualidad, algo solo ambicionado hasta hace pocos años. La geografía es investigada y enseñada como disciplina a lo largo del país y es oportuno saludar los esfuerzos que se hacen para su progreso no solo en Santiago y Valparaíso, las tradicionales metrópolis, sino que además en Arica, La Serena, Concepción, Temuco, Valdivia y Osorno y en muchos otros lugares donde se desempeñan sus profesionales.

También es justo reconocer que la larga historia de SOCHIGEO se debe a que ha sabido brindar el ambiente propicio para que quienes participan en sus congresos sientan que existe una atmósfera de pluralismo y respeto por las opiniones divergentes y que se valora permanentemente a la democracia como sistema de gobierno y adopción de decisiones. Ello no significa que no existan críticas respecto a su capacidad de mantener un debate actualizado de los avances de la disciplina a escala nacional e internacional, sobre la profundidad de las investigaciones que se ejecutan, sobre la necesaria validación de sus hallazgos en el ámbito internacional y sobre la necesidad de que se emitan opiniones científicamente solventadas sobre los permanentes problemas que enfrenta el territorio nacional, sus regiones y localidades.

Durante los últimos meses se han conocido los graves problemas socioambientales que se viven en los mal llamados “territorios de sacrificio”, sobre los cuáles hemos indicado que en un país justo y democrático no es posible siquiera aceptar su existencia, tanto por razones de justicia como por respeto a la ética que debe regir la presencia de los paisajes y lugares como espacios comunes, equitativos y saludables. Nadie puede arrogarse el derecho de condenar a nuestros compatriotas y ciudadanos a residir en una geografía de sufrimiento, esencialmente por razones éticas. Los geógrafos chilenos deben enfatizar su fuerte y permanente oposición a toda manifestación de exclusión, desigualdad y no respeto por la totalidad de las diversidades, especialmente las de género, preferencias sexuales, etnia y clase social. De la misma manera, deben generar y contribuir a la gestión de territorios resilientes, seguros y que ofrezcan oportunidades de desarrollo sustentable a la totalidad de la sociedad, controlando y reduciendo la inaccesibilidad a los centros de bienes y servicios, a las fuentes de recursos naturales y a mejores niveles de bienestar y calidad de vida para todos los ciudadanos del mundo.

La geografía debe ilustrar a la sociedad sobre los peligros de las perturbaciones de los sistemas globales, naturales, culturales, económicos y sociales, que amenazan permanente y crecientemente la subsistencia de las comunidades, llamando a los gobiernos y a los Estados a cuidar sus territorios y ciudadanos, humanos y no-humanos.

Otro hecho singular que ocurre al inaugurar este congreso en la Universidad de Concepción dice relación con que se realice en la Facultad de Arquitectura, Urbanismo y Geografía. De acuerdo a nuestro conocimiento, solo en Chile, dos de los departamentos que cultivan la producción de conocimientos y formación de pre y postgrado en geografía se ubican en el seno de facultades que antes del arribo de éstos, se concentraban exclusivamente en la educación profesional de los arquitectos y sus particulares formas de comprender, gestionar y proyectar los espacios.

Hasta ahora no ha existido ningún esfuerzo intelectual sistemático para consolidar epistemológica, ontológica y metodológicamente esta unión. En el caso de la Universidad de Chile, parece ser necesario, después de 33 años de ubicación en esta Facultad, hacer un llamado a discutir sobre el significado de esta ubicación institucional. En los países latinoamericanos la geografía se encuentra siempre en las facultades de ciencias, de ciencias sociales, de humanidades o de filosofía, pero no en aquellas, como es el caso que nos interesa, que puedan fusionar la multiescalaridad espacial de los territorios, las ciudades, los lugares, las comunidades y los individuos, con la mutidisiciplinariedad que requiere intentar comprender las interacciones entre la sociedad y la naturaleza, que de no ser administradas con sabiduría, terminan en desastres socionaturales, degradación socioambiental y conflictos socioterritoriales, como lo ejemplifican los “territorios de sacrificio” que presenciamos en Arica, Tocopilla, Mejillones, Antofagasta, Salar de Atacama, Quintero-Puchuncaví, Coronel, y en diversas secciones de las metrópolis y en las ciudades chilenas grandes, medianas y pequeñas.

Es una gran lástima que se haya desaprovechado hasta ahora este hecho geográfico inédito de reunir bajo un mismo techo a disciplinas que, manteniendo sus peculiaridades y pertinencias, generan sinergias y potencialidades que permiten analizar, explicar, gestionar, modelar y proyectar diversos objetos –materiales e inmateriales-, relaciones y acciones, que se desarrollan y ejecutan en espacios absolutos y relativos. Las regiones, las ciudades, los lugares y los hogares, son complejas síntesis de espacios sociales, económicos, ambientales, culturales y políticos construidos bajo la égida de intereses contrapuestos respecto al ejercicio de poderes en la toma de decisiones, formas diferentes de concebir y manipular los conocimientos y sobre todo, de compartir responsabilidades en torno a la existencia de sociedades más justas, integradoras e inclusivas que comparten el bien común representado por sus paisajes naturales y culturales y manifestados en el perfeccionamiento de sus niveles de bienestar, seguridad y participación.

Sería deseable que al celebrar nuestros cuarenta años de existencia como sociedad científica el año 2019 pudiéramos dar fe de nuestra capacidad de reproducir en el seno de la geografía nacional la capacidad de generar brazos largos para interactuar no solo con los practicantes de la arquitectura y el urbanismo sino que también a las ciencias naturales y sociales, sin las cuales la inter y transdisciplina que demanda la sociedad contemporánea seguirá siendo una ilusión para la mayoría. Las dos facultades de arquitectura de las que la geografía forma parte no pueden seguir ignorando y desaprovechando esta opción bajo malentendidos conceptuales o competencias innecesarias. Lo que se requiere es cooperación y co-producción de conocimientos, particularmente entre los aportes científicos y sus expresiones constructivas y los proyectos y objetos de la habitabilidad del planeta y de las ciudades, nuestro principal nicho ecológico. La propia geografía se ha abierto a considerar al cuerpo humano como principal objeto de estudio en la medida que constituye la forma más concreta de relacionarse con el medio ambiente natural y socio-cultural.

En todo el mundo, las sociedades científicas más prestigiosas, como la Asociación de Geógrafos (Norte) Americanos de los Estados Unidos, reconocen que la geografía, con su vocación interdisciplinaria, puede ser un eficiente puente que ayuda a relacionar las escalas espacio-temporales que complementan los funcionamientos, muchas veces contradictorios entre la naturaleza y la sociedad, como los demuestran las ondas de calor y los niveles de contaminación atmosférica que se registran en las ciudades; los riesgos de sismos, sequías e inundaciones que amenazan los sectores más vulnerables de sus habitantes, o bien que aumentan los niveles de inseguridad ante la pérdida de recursos, la delincuencia o el deterioro de la salud física y mental. La multiescalaridad de los abordajes permitiría comprender, por ejemplo, las relaciones causales entre las perturbaciones globales, como el Cambio Climático, con las estrategias de adaptación y mitigación que deben implementar las regiones, las ciudades y las comunidades, bajo el riesgo creciente de ser afectadas por efectos ambientales devastadores.

Una tercera reflexión en esta sesión inaugural dice relación con la mayoritaria presencia de participantes jóvenes y la notoria ausencia de muchos de los académicos más antiguos. Una disciplina sin suficiente diálogo intergeneracional está condenada a la discontinuidad que atenta contra la necesaria acumulación de experiencias y conocimientos y por lo tanto, interrumpe el tránsito entre paradigmas tradicionales e innovativos. Debemos aumentar los esfuerzos para asegurar la presencia de los académicos más experimentados en nuestras discusiones y diálogos. Esta es la razón por la cual se ha invitado a la totalidad de los premios nacionales de geografía a participar en un foro sobre el estado y proyecciones del conocimiento y las prácticas geográficas, que ojalá se transforme en una tradición para los próximos eventos.

El individualismo que se ha impuesto sobre las acciones docentes e investigativas con fines exclusivos de competitividad, está impidiendo la existencia de grupos de trabajo y atentando contra la existencia de laboratorios, equipamientos y bases de datos compartidos, retrasando el progreso de las comunidades académicas. El sistema de participación en concursos de proyectos científicos que fomentan el individualismo y la competencia entre nosotros muestra signos de agotamiento y principalmente, desfinanciamiento creciente de recursos públicos, además de desprestigio de algunos de sus productos en la medida que no se advierte su utilidad social. Es urgente solicitar a las universidades que dispongan de recursos basales que permitan mantener las líneas de investigación que con tanto esfuerzo han creado sus exponentes y cuya continuidad se ve amenazada por la reducción de los recursos destinados a financiar los equipamientos, colaboradores y terrenos sin los cuáles no es posible asegurar después de algún tiempo, la alta productividad que ha caracterizado los años recientes de la disciplina. De igual manera es imprescindible llamar a las academias a aumentar sus acciones de cooperación interuniversitaria mediante la realización de investigaciones conjuntas que posibiliten un activo y efectivo intercambio de profesores y estudiantes entre las diversas sedes del país, que en sí mismo y debido a su altísima variabilidad, constituyen el mejor laboratorio disponible.

La generación de equipos de trabajo interdisciplinario, al interior y exterior de la geografía, que tengan por objetivo responder las preguntas sociales acuciantes y proveer de la información que permita adoptar decisiones apropiadas, es una necesidad urgente en el país. La disposición de información geográfica es un bien social y resulta inexplicable que ante cualquier pregunta que se desee responder, como por ejemplo, qué contaminante o qué fuente explica el envenenamiento de los habitantes de lugares, no tenga respuesta inmediata y de pábulo a incertidumbres y ambigüedades que terminan agotando la paciencia de las comunidades y desacreditando el accionar de las instituciones públicas y privadas y de las organizaciones encargadas por vocación y obligación de producir los conocimientos necesarios como es el caso de las universidades públicas.

Como se puede advertir, tenemos muchos temas para debatir. Seguramente solo alcanzaremos a introducir muchos de ellos. Lo importante no es tratarlos en toda su extensión y complejidad, sino que despertar las curiosidades e incomodidades que nos comprometan a abordarlos en toda su complejidad en el lapso que resta para celebrar nuestro cuarenta congreso el próximo año en la ciudad de Temuco, evento al cual desde ya estamos todos convocados.

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